El Partal de la Alhambra. El origen del complejo nazarí
El Partal de la Alhambra estuvo ocupado en época nazarí por bellísimos y fascinantes palacios, casas y jardines que fueron habitados por las familias más ilustres de la Alhambra. Lamentablemente, con el paso del tiempo, la mayoría de las primeras edificaciones fueron desapareciendo y sobre sus ruinas se construyeron a principios del siglo XX los Jardines del Partal. Sólo quedan los restos del antiguo palacio con su pórtico de columnas, y la Torre de las Damas.
Qué es el Partal
Se conoce como Partal de la Alhambra a una amplia zona aterrazada organizada en paratas en el que se incluyen jardines y un palacio al que debe su nombre. El Partal se ha ido modificando mucho durante todo el siglo XX mediante una planificación paisajística y arquitectónica que lo ha ido integrando en el entorno. Tanto el palacio como toda la zona que lo rodea estuvo hasta hace poco tiempo en manos privadas hasta que el Estado lo ha ido adquiriendo, integrándolo en la Alhambra.
Dónde está situado
El Partal está dentro del complejo palatino de la Alhambra y para visitarlo se necesita sacar la entrada general a la Alhambra. Es una de las zonas que nos encontramos justo cuando salimos de los Palacios Nazaríes. Se nos abren ante nuestros ojos un conjunto de jardines: a la izquierda, y pegado a la muralla norte de la Alhambra, está el pórtico y la Torre de las Damas; a la derecha se encuentran la puerta de la Rauda, los jardines aterrazados con albercas y el inicio del Paseo de las Torres.
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Historia del Partal
Una de los elementos que caracterizan a este palacio es que a lo largo del tiempo ha tenido diferentes propietarios privados que han posibilitado que su estructura general llegue intacta hasta nuestros días, a diferencia de lo que ocurrió con el Palacio de los Leones o Comares. Pero también sus diferentes dueños han ido modificando el palacio para adaptarlo como vivienda.
Finalmente, el Estado se hizo con la titularidad del Partal comprándosela a su último propietario, Arthur von Gwinner, y se incorporó al conjunto de la Alhambra en 1891. Para entonces el palacio estaba modificado para servir de vivienda. Lamentablemente la cúpula de madera de la Torre de las Damas se la llevó el mecenas alemán y en la actualidad se expone en el Museo de Pérgamo de Berlín
Como curiosidad, a finales del siglo XIX se colocaron frente al Partal dos grandes leones de mármol, datados en el siglo XIV, originarios del Maristán del Albaicín. En la década de los 50 del siglo XX fueron retirados del lugar para su restauración, pero ya no volvieron a colocarse. Para su conservación era mejor retirarlos del exterior y, además, se pensó que el contexto en el que situaban no tenía sentido. Hoy en día estos leones podemos verlos en el Mueso de la Alhambra, donde están expuestos.
A lo largo del siglo XX se realizaron diversas restauraciones en el Partal. Entre 1923 y 1924 Torres Balbás rehízo la arquería de la fachada del pórtico a partir de los restos que aún quedaban. En 1959 se llevó a cabo una intervención posterior a cargo del arquitecto Francisco Prieto Moreno: se sustituyeron los pilares de ladrillo que sostenían el pórtico por finas columnas y capiteles de mármol, tal y como se creía que sería la forma original. Todos estos cambios han dado la imagen que hoy en día podemos observar en una visita a la Alhambra.
Estructura y planta
El Palacio del Partal es el más antiguo de la Alhambra y fue construido por Muhammad III. Consta de una torre con una galería porticada de cinco arcos y un estanque que se sitúa al frente del edificio y cuya agua lo refleja. La Torre de las Damas (que comenzó a llamarse así en el siglo XVI), el pórtico con arcos y la alberca son los vestigios que quedan del antiguo palacio que tiene tres espacios claramente diferenciados.
Su planta nos recuerda a la del Palacio de Comares, una alberca como eje central presidida por el pórtico de cinco arcos, tras la que se desarrolla la estancia principal, situada en el interior de la torre. La decoración que encontramos en su interior presenta un zócalo de alicatados, como es costumbre en el arte nazarí, paños de yesería y una cubierta de madera. Todos estos elementos se conservan en parte originales, aunque acusan el deterioro por el paso del tiempo.
Las partes que forma el Palacio del Pórtico son:
- La galería porticada: tiene un bellísimo techo labrado de madera.
- La Sala del Partal: en la que destacan los zócalos alicatados de las partes bajas de sus muros, muy antiguos y originarios.
- El mirador superior de la Torre de las Damas: donde se encuentran yeserías muy antiguas y de gran valor.
El mirador
El mirador del Partal, también llamado Observatorio, es un torreón que contiene en su interior un mirador con ventanas hacia los cuatro puntos cardinales. Existieron miradores semejantes en el Generalife o Comares, pero el del Partal es el único que nos ha llegado.
Es una gran experiencia visitar el mirador, un sitio abierto a los cuatro puntos cardinales y espacio privado reservado al sultán para su disfrute. Como curiosidad para comprender más este espacio, Muhammad III era un gran aficionado a la astronomía. Concibió el mirador para poder observar por las noches las estrellas. Dicen que tuvo una enfermedad que lo dejó ciego, una ironía bastante cruel para el sultán que concibió esta torre como observatorio. El techo del mirador es la cúpula de madera tallada de mocárabes más antigua de la Alhambra.
Casas de Partal
Justo a la izquierda de la Torre de las Damas nos encontramos varias casas moriscas de dos plantas: casa de los Balcones, casa de la Pinturas, casa de González Pareja y casa de Villoslada. La más interesante es la casa de las Pinturas que se encuentra adosada a la Torre de las Damas. En 1908 el arquitecto Modesto Cendoya encontró en su interior unas pinturas murales datadas del siglo XIV y que es un ejemplo de pintura figurativa nazarí única en toda la Alhambra.
Son pinturas realizadas al temple sobre estuco en las que aparecen escenas ceremoniales y cortesanas que nos dan muchas pistas de la vida cotidiana de la época. Lamentablemente su visita suele estar muy restringida puesto que son pinturas muy delicadas que requieren mucho cuidado en su conservación.
Oratorio
El Oratorio del Partal se sitúa a la derecha del Palacio del Pórtico y está adosado a la muralla de la Alhambra. Todo indica que su construcción se realizó en el reinado de Yúsuf I (1333-1354) y su planta es rectangular y está elevada sobre los jardines. Por este motivo para acceder a su interior hay que subir una pequeña escalinata. Toda la parte superior de las paredes interiores están decoradas con yeserías, al igual que una parte de los muros exteriores
La estructura está construida de ladrillo, con armadura apeinazada en el interior y con una cubierta de teja. Justo en frente de la puerta de acceso al Oratorio, e integrado en la pared, está el mihrab. El muro de la qibla está adosado a la casa Astasio de Bracamonte que parece ser más antigua que el propio Oratorio.
Los Jardines del Partal
Los Jardines del Partal son un amplio patio rodeado de jardines con una alberca central en los que se integran restos de lo que fueron estructuras originarias y que han sido excavados en las primeras décadas del siglo XX. Uno de los elementos que más gustan a los visitantes es el pilar empotrado en el paramento que cierra la parata superior, que está rodeado a ambos lados por escaleras por donde se accede a un pequeño mirador en el que se observan preciosas vistas de todo el entorno.
Los jardines funcionan como espacio distribuidor de la visita a la Alhambra: desde ellos podemos continuar hacia el Generalife por el Paseo de las Torres o dirigirnos hacia la Rauda, donde saldremos hacia el Palacio de Carlos V y la Alcazaba.
Caminando por las paratas de los jardines los visitantes pueden hacerse una idea de las infraestructura y urbanismo originario. Podremos caminar por un tramo de calle que aún conserva el pavimentado original y contemplar los restos del palacio de Yúsuf III, así como la estructura general de lo que habría sido el Palacio del Partal.
La calle que hemos aludido antes, con su empedrado original, la flanquean otras calles más secundarias cuya dirección, atravesando los jardines, es muy probable que fueran a parar a la Medina de la Alhambra, estructurada en torno a la Calle Real Alta.
Las paratas
Las paratas son una serie de terrazas en diferentes desniveles que van ascendiendo hacia la zona alta de la Alhambra desde la muralla del margen izquierdo del rio Darro. Todo el jardín del Partal se desarrolla en paratas ascendentes y constituye lo que probablemente fue el primer asentamiento palaciego de época nazarí.
Continuación de la visita
Una vez que hemos contemplado las maravillas de la zona del Partal, el visitante tiene varias opciones: una es dirigirse hacia la Puerta de la Rauda y visitar el cementerio real; otras es continuar por el Paseo de las Torres hacia el Generalife.
La Rauda
Desde la Puerta de la Rauda podemos acceder al cementerio de los sultanes, donde eran enterrados los monarcas de las sucesivas dinastías. Rauda significa “jardín funerario” y es muy probable que el cementerio estuviera cubierto y con un mausoleo en el centro como los que nos encontramos en el norte de África.
En él se han encontrado las losas sepulcrales de importantes sultanes como Muhammad II, Yúsuf I y Yúsuf III. Como ya sabemos, los restos fueron exhumados por Boabdil antes de abandonar la Alhambra tras la conquista por los Reyes Católicos. Los restos fueron trasladados hacia algún lugar de las Alpujarras. Actualmente sigue siendo desconocido el lugar exacto donde se volverían a enterrar estos restos regios, aunque se discuten varias ubicaciones. Para saber más sobre la Rauda te aconsejamos el siguiente artículo:
Paseo de las Torres
El Paseo de las Torres es un camino que va paralelo a la muralla y que nos conduce desde el Partal hasta el Generalife. Mientras caminamos podemos maravillarnos de las diferentes torres que, en la mayoría de los casos, servían como palacios para la nobleza y no como elementos defensivos. Eran viviendas de una factura bellísima en el interior de las torres. Las que nos vamos encontrando en el camino son las siguientes:
Torre de los Picos
La Torre de los Picos se levanta en el siglo XIII y tiene este curioso nombre por las almenas en forma de pico que hay en su terraza. Aunque teóricamente tenía la función de proteger la Puerta del Arrabal y el acceso al flanco norte de la Alhambra, en la práctica era una torre-vivienda. Tras la conquista, los cristianos ampliaron la torre construyendo un baluarte exterior y adosándole unas caballerizas.
Torre de la Cautiva
El interior de la Torre de la Cautiva contiene un pequeño palacio, con una estructura muy similar a cualquier vivienda árabe de la época, con una planta superior y una terraza. Fue construida en el siglo XIII como elemento defensivo, como todas las torres, pero se fue adecuando a vivienda durante el siglo XIV. La decoración de su interior es preciosa, con estucos en los muros y zócalos alicatados con azulejos. Tiene grabado inscripciones de cerámica en su friso superior, algo que no es muy habitual.
El nombre de esta torre se lo da una famosa leyenda, la de Isabel de Solís, una cautiva doncella cristiana que con el tiempo fue la favorita del rey Muley Hacén, y terminó convirtiéndose al islam bajo el nombre de Zoraya.
Torre de las Infantas
La Torre de las Infantas es una de las últimas construcciones musulmanas de la Alhambra. Se realizó durante el reinado de Muhammad VII, y su escasa belleza y magnifizencia en la decoración nos demuestra la etapa de decadencia que por aquel momento ya estaba pasando el reino nazarí. Su estructura se levanta en torno a un patio con una fuente central. Alrededor de él hay tres alcobas adyacentes. La decoración del interior es sencilla, y esta apenas existe en su parte superior. El techo de mocárabes original fue derribado por un terremoto y sustituido por el actual techo de madera.
La torre recibe su nombre de la leyenda de Washington Irving sobre tres princesas musulmanas, Zaida, Zoraida y Zorahaida, que habitaron la torre y se enamoraron de tres caballeros cristianos. Zaida y Zoraida huyeron una noche con los caballeros, pero Zorahaida se arrepintió de huir en el último momento y se quedó. Sus hermanas fueron felices, y el rey, al descubrir la huida de sus hijas, castigó a Zorahaida a estar encerrada en la torre hasta su muerte. Cuenta la leyenda que su espíritu aún sigue vagando por la torre.
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